Me duele mi país,
donde las fábricas
cerradas gritan,
su mundo gris de
telarañas y oxido.
Me duele mi país, de hombres caminando
con zapatos gastados,
bolsillos vacios y
tristeza en los ojos.
Donde las villas crecen hacía el bajo
y la lluvias las inundan
de barro
y el olor a humedad duele en la cara.
Donde la piel color de tierra, se hace más oscura,
por la pena y la ausencia de alegrías.
Me duele mi país,
ese que grita en la plaza de mayo,
y es llevado como ovejas
sin pastor.
Me duelen los niños,
en los comedores
donde manos como palomas,
acarician y cocinan
sin sueldo, solo por amor
y regalan sonrisas
amasadas con polenta de ternura
a pesar del frío
y en verano del calor.
Me duele mi país.