Las campanas no suenan o yo no
las escucho
todo ha cambiado,
hasta el llamado a misa
se desliza y no suena para mí.
Me faltas, y tu risa ya no me
motiva
como antes a reír.
Te fuiste y te llevaste mi
alegría
y hasta mis ganas de escribir.
Las musas se aburren a mi lado
jirones de poesía, se suman al
papel
van jugando, se abrazan
y en ellas mi tristeza se hace
raíz.
Hasta mi voz suena distinta,
será que no te nombro
y a pesar de los meses que
pasan
es tan cercano el dolor, que
intento creer,
que el tiempo, en su andar
me traerá paz al corazón
y aunque no logre el olvido,
me quedará el recuerdo de tu
amor.