Desde dónde fluye tu sangre
incontrolable,
qué misterio te guía,
tal vez desde la rosa que no se abrió
aun
pimpollo que te guarda cual
tesoro,
desde allí sonríes.
Te burlas poesía,
de mis ansias de alcanzarte,
ríes,
con la sonrisa azul de las violetas
que se ocultan tras el círculo de hojas
y tiemblan ante los ojos codiciosos
y las manos que desean arrancarlas
de su mundo verde de frescura.
Al igual que ellas, tú celas la palabra
la niegas, la velas o la regalas,
la ofreces como un beso apasionado,
caprichosa poesía,
regálame una musa,
esa que guardas bendecida entre sueños,
versos que a la mañana,
desaparecen
perdidos entre la nebulosa de mis pestañas.