Pintura de Paul Delvaux.
Cada mañana lo veía pasar,
El cigarrillo entre los
bigotes,
las manos en los bolsillos de
la campera
y una tristeza azul en los ojos.
¿Quién será? Me preguntaba.
Durante años vagó por mi
ventana,
hasta que su ausencia
despertó mi curiosidad de saber:
¿Dónde estaba?
Pregunté a los vecinos,
nadie sabía de él, ninguno lo
conocía.
Busqué por las calles su figura
flaca,
su paso lento y su tristeza
azul en la mirada.
Por meses caminé por veredas mudas,
besada por la sombra de los plátanos
y los tilos.
Hasta que en una ventana
encontré sus ojos azules,
me vi en ellos; tan flaca, tan
triste,
tan igual a aquel desconocido.