Buenos Aires tiene cosas raras.
Cuando camino por las veredas de ciertas calles,
en noche
melancólicas,
llenas de oscuros laberintos
cierro los ojos, escucho,
cosquillea el sonido en mi oído,
de un tranvía que
avanza por Triunvirato,
no lo digo a nadie,
me creerían loca,
la campanita de la parada suena clara,
abro los ojos y todo vuelve a la realidad,
motos, colectivos y gente apurada.
Es mi imaginación,
debe ser de tanto oírlos,
relatados en noches de lluvia,
que los cuentos de mi abuela toman vida.
Los tranvías desaparecieron hace décadas.
¿Por qué escucho ese
traqueteo
sobre vías que no
existen?
Un viejo diarero me contó
sobre los fantasmas de Buenos aires,
ellos siguen viajando en tranvía,
entran y salen de los cines de Lavalle,
que se perdieron en el tiempo.
Suelen caminar por calles empedradas,
y se divierten en el Italpark.
Jura que él los ha visto y que en los viernes de lluvia,
al llegar la medianoche,
el agua los hace visibles,
desaparecen los edificios de cristal y cemento
y un mundo antiguo
resurge desde el fondo de la tierra.
Historias locas, que nadie cree,
ni yo en mis horas más dormidas,
pero, juro que una noche,
subiré a ese tranvía y veremos hasta dónde me lleva,
temo que si sigue por triunvirato,
me deje en la quinta
del Nato.…
Para los que no conocen B. Aires, los tranvías
desaparecieron en la década del 60, los cines de Lavalle también, y la calle
triunvirato termina en el cementerio, al que le llaman la quinta del ñato.