Oscura noche de julio,
pobre de estrellas,
rica de viento y de frío,
una frescura de trébol
ha desvelado a la luna.
Coqueteando con la niebla
una guitarra se escucha,
zamba triste, que alguien
canta,
rogando al río que vuelva.
El lucero solitario
que se refleja en el agua
abrigado por las sombras
cierra los ojos y canta.
Viento que lleva música,
y sauzales que la abrazan
y en la oscura noche de julio
todo queda silencioso
se ha perdido ya la voz
que dulcemente cantara.