Puerto de Mar del Plata,
vaivén de barcas de colores,
que huele a sal y pescado
pintura soñada por Quinquela
que renace en cada amanecer.
Lobos marinos soleándose en el muelle,
perezosos en siestas interminables,
nubes que juegan en el espejo del agua,
puñado de azúcar hermanado por el viento
que las baña de mar.
Y más allá,
En el último pilote,
una barca espera, lo que no ha de llegar,
su figura antigua es solaz de los niños
que la miran extasiados,
su historia camina de proa a popa,
mientras ella sueña,
soltar amarras y perderse en el mar.