El pastor
anda y desanda
la tierra amarilla,
camino de piedra,
cada día igual.
Su morada de sucios colores
sólo es una cueva
que espera
su pronto final.
Un asno y un
buey buscando reparo
duermen a su lado y le dan calor.
Pobre pastor de rostro curtido
no tiene ni un nido
para dormitar.
Llora solitario,
lo inhumano del mundo,
su quimera perdida
aún sueña alcanzar.
Le llega la noche,
poblada de estrellas
se duerme abrazado.
a su duro zurrón.
El albor despierta su cansancio viejo.
Un murmullo quedo, lo pone de pie.
Trémulos
matices borraron las sombras
son luces que llegan del fondo del
tiempo
y visten la piedra
de colores nuevos
su cueva, no es cueva
algo la ha cambiado
es el arco iris de ese amanecer.
El llanto de un niño
le llega cercano,
el frío en su arcano
lo hace estremecer.
¿Quién es esa madre?
Bella y luminosa,
que acuna a su hijo con tanto placer,
le tiende su mano con suave sonrisa
él cae de rodillas.
Diáfano es el aire en la casa de
Dios.
Diciembre-
2007