Mario Benedetti.
El sol agoniza entre nubes
rojas,
sangre de estrellas que olvido
la noche.
El reflejo ruboriza la aguja de
los pinos,
los besa, y se pierde como un
suspiro.
Una suave melancolía se respira
en el aire,
frialdad de invierno, en la noche que se acerca,
la brisa se desprende del
verdor y lo duerme,
arropa el paisaje y lo vence
con su quietud.