Desde el ventanal
la lluvia chispea
y la calle con sus
gastados adoquines,
imita reflejos de luna, bajo
una garúa lenta.
Los años dejaron su
sello misterioso en el barrio,
hay sombras que se
mueven
tras los árboles flacos,
de brazos gastados
pretendiendo acariciar
la noche que huele a humedad.
El último trasnochado
va dejando el eco de sus
pasos,
se pierde apurado al
doblar la esquina y,
me quedó mirando la
calle vacía,
ni la luna se asoma ya,
se debe haber quedado dormida,
tras las nubes oscuras
que anuncian que la
lluvia va a seguir
dominando la tristeza de
este agosto pintado de gris.