El sol agonizaba en tus ojos
Habitaba el frío en tus manos
Y no me daba cuenta
Que lentamente te alejabas.
Se te iba la vida
La muerte se asomaba en tu sonrisa
Y mi pecho apresaba
un dolor
Indecible, seco como piedra.
El sol agonizaba en tus ojos
Habitaba el frío en tus manos
Y no me daba cuenta
Que lentamente te alejabas.
Se te iba la vida
La muerte se asomaba en tu sonrisa
Y mi pecho apresaba
un dolor
Indecible, seco como piedra.
Los
viejos pinos exhalan un olor a resina,
por
momentos acido y áspero,
es la
humedad ambiente
que
cubre el parque
y hace
brotar aromas extraños
desde
los troncos y hasta del mismo suelo.
Duermen
las plantas,
descansan
después de un verano sin lluvias,
duermen
ganando vida en su interior,
superando
los fuertes calores
y los
rayos de un sol despiadado,
sueñan
con la primavera,
mientras
sus hojas caen
y el
silencio circula dueño del ambiente.
Es el otoño dorado de hojas
y troncos desnudos
quien deja su firma en cada planta,
algunas, ya sin ramas
debido a las podas, no se reconocen.
Los días grises
acentúan
la silente caravana de nostalgia
que se deprende de cada árbol, de cada planta.
La naturaleza construye,
engendra en
el interior del verde
que se va transformando en un dorado apagado
o en un ocre oscuro.
Es tiempo de descanso,
la sabia sueña con la primavera
y reverdecerá cargada de flores y frutos.
¡Duerman ya llegará el momento!
Hay un revuelo de hojas
desfilando bajo un cielo gris.
Los árboles se desnudan
sin temor al frío, ni a la
escarcha,
cambian los colores
en los jardines y plazas.
Hay una brisa,
apenas audible
y un olor a humedad
temblando en el aire.
Los pájaros se han ido,
algún gorrión valiente
cruza el aire y desaparece.
En las calles mudas
solo los niños, ausentes de tristeza,
regalan sonrisas al salir de la escuela.
Y de pronto apareciste,
como la luz de la mañana
alegrando un mundo
dormido
entre libros y poemas.
Llegaste,
como un beso que no se espera
y cambia la vida,
simple, cálido, único,
suave pétalo de rosa
que hace temblar la piel
y se queda en la sangre,
aleteando como un gorrión,
o como una mariposa
y volví a creer,
en la vida, en el amor,
sin simulacros, sin ayer ni mañana,
viviendo el hoy.
Desde
la escollera,
rocas ennegrecidas,
hijas del mar y los años,
cinceladas
por las olas
paredes
verticales
centinelas
del océano,
grito
de la tierra
que no
quiere naufragar
ante la
fuerza del agua.
Inmóvil,
cierro
mis ojos
e
imagino tu pasado,
cuando
no eras Mar del Plata
y tal
vez ni nombre tenías.
Desde
el pirata Drake,
hasta
Juan de Garay
conquistadores
españoles,
indios
Ranqueles,
todos
admiraron tus ojos de piedra,
con la
belleza de la creación,
sembrada
de misterio
y
despertando asombro.
Hoy las luces deslumbran tus calles,
Alfonsina
tallada en piedra,
Sueña, largarse a volar,
ser gaviota,
beber
la espuma y luego echarse a dormir
con el
arrullo del mar.
Poema reeditado.
En el decurso de las horas Tu nombre regresa, una y otra vez Entra sin llamar, intangible, sin voz Y aunque quiera imaginarte presente Me mi...