Era bella,
vestía de blanco
y bailaba sin cesar.
Giraba sobre un sueño,
extendiendo los brazos,
su cuerpo se quebraba
al ritmo de un violín.
Una tarde,
sus brazos,
fueron alas,
sus pies mariposas
y se elevó
hasta perderse
en el cielo azul.
Y mi caja musical,
perdió su bailarina
y todo fue silencio.