domingo, 29 de marzo de 2020

Don Zoilo.




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Dicen que murió don Zoilo,
se llevó una chacarera en los labios
alegría en el corazón
y la guitarra abrazada al pecho.
Se hizo noche sin su voz,
él que añoraba el cielo
hoy debe cantar entre ángeles,
su arrullo de zorzal recién amanecido.
Que extrañas serán las tardes sin su canto,
nos quedamos con el silbido del viento,
con las hojas susurrantes
y la nostalgia hecha lágrima de su voz.




Mi humilde homenaje al Padre Zoilo Tonello, de los Frailes  Franciscanos Menores Conventuales.



martes, 17 de marzo de 2020

Desde mi ventana.







La primera luz del día ilumina los tejados.
Hay un duende travieso
que de la noche a la mañana
pinta  amarillo en  los árboles.

Con los suspiros de los enamorados
teje una brisa juguetona
que estremece a los distraídos,
que cruzan abrazados a sus pensamientos,
a los arbustos descoloridos,
los agita y sopla sobre los nidos abandonados de las golondrinas,
que han quedado solitarios
a la espera de la próxima
y lejana primavera.
Es el otoño que se acerca,
mordiendo los talones del verano.

En un cajón duermen las fotos en la playa,
evocando sonrisas
y la espuma de las olas sobre la arena.
Pasó el verano,
el ocre pinta el parque
y un aroma a pinos y lavanda
inunda la mañana.
Ya casi es otoño,
y yo trato de escribir,
el poema que no quiere llegar,
que se enreda entre las hojas caídas
mientras el dorado flota en el aire.


lunes, 9 de marzo de 2020

Abuela Rosario.




Recuerdo un pasillo oscuro y el estremecimiento que me producía entrar en tu habitación y el sonido que producía el piso de maderas largas estremeciéndose bajo mi peso liviano. No alcanzaba a ver tu cara en la penumbra, solo escuchaba mi nombre en tu voz.
Qué misterio es la memoria, a la que los años han cubierto de acontecimientos e imágenes de vida y de pronto, algo;  una música, un aroma, un color,  rescata de su arcano la evocación y aparece tu nombre: Rosario, abuela Rosario, mientras tu cara permanece en la penumbra de mis tres años.

Fuiste mi abuela italiana, de la que no recuerdo su cara, la que no le gustaban las fotos, la que no me llevó a la escuela, la que no me enseñó canciones de su pueblo, la que partió mucho antes de que pudiera decirle: te quiero.




jueves, 5 de marzo de 2020

Un instante.







Giraron tus ojos hacía mí
y no pude evitar la sonrisa.
Cuantas emociones surgieron de pronto;
fue abrir una ventana y ver el pasado.
Regresó la plaza con sus árboles tiernos,
hoy generosos en ramas.
El barrio, sus calles y el aroma de los jazmines
y una luna de vainilla curioseando
nuestra inocencia convertida en beso.
Fue un instante, y mi entorno
volvió a la realidad.
Te vi alejarte con una sonrisa,
habiamos cruzamos, sin darnos cuenta,
 el umbral del ayer,
y por un momento nuestros suspiros
formaron una brisa que nos remonto
al arcano de nuestra adolescencia.






Hasta pronto.

  Estimados amigos me despido por un tiempo. Gracias por tan linda compañía. Felicidades y bendiciones. María Rosa