Amanece en la ciudad,
el cielo es una llama
que lentamente se va estirando
sobre umbrales y veredas.
Desde un semáforo en rojo
una paloma alza vuelo
hasta un balcón sin flores.
Un perfume de glicinas
llega como una caricia.
La ciudad va cambiando de color,
se suman las voces,
alguien pasa silbando un tango,
los aromas, café, chocolate,
se ensamblan,
las bocinas aturden
y yo sigo buscando la salida
a este laberinto que es mi vida.