Amanece en la ciudad,
el cielo es una llama
que lentamente se va
estirando
sobre umbrales y veredas.
Desde un semáforo en rojo
una paloma alza vuelo
dibujando un pentagrama,
dibujando un pentagrama,
hasta un balcón sin
flores.
Un vendedor cruza la
avenida
carga una canasta y
ofrece;
¡Churros crocantes y sabrosos!
El grito se va alejando,
hasta ser un susurro,
se pierde.
Perfume de glicinas
llega como una caricia,
la ciudad va cambiando,
se suman las voces,
los aromas se ensamblan,
las bocinas aturden
y yo sigo buscando la
salida
a este laberinto que es
mi vida.
Amanece un nuevo día y se dibuja de nuevo la vida en la ciudad o pueblo. Abrazos!
ResponderEliminarUn hermoso poema urbano,...donde la sensibilidad, lo cotidiano y lo místico se dan la mano.._gracias María Rosa. Juan Angel Petta
ResponderEliminarun poema saberoso y con imagenes cotidianas, me encantó!
ResponderEliminarGracias Rosana,Juan y Cladia.
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